SENTIDO COMÚN O EL MENOS COMÚN DE LOS SENTIDOS

En situaciones de rotura de pareja es donde este sentido se hace más necesario y, donde, desde mi experiencia es menos visible. 

El dolor, el disgusto, el sentimiento de traición, se imponen a la racionalidad que es necesario mantener en estos momentos y es, cuando nos encontramos que la voluntad de los progenitores pasa por encima del bien de los menores, que es el interés superior que se tiene que mantener, proteger y salvaguardar en una situación de ruptura.

Se tiene que tener muy presente que, el otro progenitor, aún y la ruptura, continúa siendo el padre o la madre de los menores y que, por tanto, al atacarlo a él o a ella, se están atacando a los hijos e hijas. 

Son muy legítimos los sentimientos que se tienen en este proceso, y cada uno lo vivirá de una manera diferente. Lo que no se puede consentir es que al amparo de estos sentimientos se abriguen conductas nada legítimas y que únicamente responden a una sed de venganza personal. 

Lo que tiene que ser prioritario per parte de los dos progenitores es el bienestar de los menores. Tienen que ayudarlos a normalizar y vivir esta nueva realidad, que ya de por si les resulta difícil, por lo que empeorarla con ataques personales no beneficia a nadie. 

Por tanto, pongamos sentido común. El ataque al adulto es un ataque directo a los menores. Seamos maduros y separemos las cosas. Vivid y dejad vivir. Estáis ante una nueva vida. Tomad decisiones siendo conscientes de sus consecuencias no solo teniendo en cuenta vuestra satisfacción personal.

Los menores crecen y, si queremos continuar manteniendo una buena relación con ellos, la primera piedra la pondremos con nuestra actitud ante la ruptura.